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Insectario

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  La Ascalapha Odorata es la mariposa nocturna más grande del continente americano. Sus alas tienen un típico color marrón ceniciento con una franja clara y un punto de otro color, una especie de coma o 9, en las alas superiores. Es una mariposa migratoria, que se desplaza por todo Sur, Centro y parte de Norteamérica. No muerde, no pica, no transmite enfermedades; pero, aunque es una mariposa inofensiva, es muy temida: en todas las culturas de la región es vista como un anuncio de la muerte, una portadora de desdichas, la mariposa de las catástrofes. Eso se refleja en los nombres que recibe: Micpapalotl, Black Witch, Taparacu o Muerte Negra. Casi todos los artrópodos corren la misma suerte de la Ascalapha: la mayor parte de las personas siente tanto disgusto, asco y miedo cuando ve un bicho que no se toma el tiempo suficiente para entenderlo o estudiarlo - y ya ni se diga notar su belleza. Una vez vi una exposición de un artista alemán que hacía esculturas mezclando taxidermia, huesos

Estatua de sal

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A mi casa no llegaron ángeles. Ningún dios me ordenó huir. Quisiera ser yo la que tiene en mano la espada y el fuego para destruir mi viejo mundo.  Hice con cuidado mis maletas Dejé afuera mi presente y metí un libro de gramática. Compré un pasaje sin retorno.    Cada tarde, cada noche rezo para tener la fuerza de no girarme, de no mirar mi tierra.  Dejo salir la sal y lloro para no convertirme en estatua. 

Nuevo libro

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 ... O, mejor, nueva traducción. Acaba de salir de imprenta Bianco , versión traducida y reeditada de mi libro publicado en Yerba Mala Cartonera . Aquí dejo la imagen de la portada, con una foto de Lesly Moyano  ( electrodomestico ). Este libro no sería posible sin la colaboración de Roberto Oropeza, Lourdes Berbetty, Pablo Cesar Espinoza, Mijail Miranda, Savino De Marchi, Pietro Palumbo, Pina Sutera, Mariela De Marchi Moyano, Toti Naspri, Emanuele Delmiglio, Claudio Cinti, Mireya Moyano Somoya, Leonardo Zoccante, Silvia Schiona, Giovanna Ziviello, y, sobre todo, René y Matilde.  Un texto tiene un autor, pero un libro es un trabajo colectivo. 

Cuatro sueños

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#1: dientes De pequeña mi dentista me decía que, si me portaba mal, me cortaría la cara con el torno. Me quedó el pavor de abrir la boca y dejar que alguien me toque los dientes, así que tiendo a postergar las visitas hasta que el dolor sea inevitable, como en esa mañana, donde empecé a sentir punzadas en la cara. Llamé a mi dentista y le pedí una cita, pero mientras hablaba los dientes se me hacìan polvo en la boca, y cuando hablaba me salìa una especie de nube de polvo pestilente, gris, y las palabras se me morìan atragantadas con el olor. #2: baño Sabíamos que era un viaje difícil, sobre todo porque no viajábamos a solas, sino que todos estábamos en este barco pequeño y extraño con paredes de vidrio y suelo de tierra apisonada. No sabíamos el rumbo pero navegábamos empujados por el viento y el movimiento de las olas. De tanto ver agua por todas partes a un cierto punto me vinieron unas ganas locas de hacer pis. Se habían olvidado de poner carteles informativos así que caminé por pa

La tarde del fin

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Entramos en un edificio con muros de vidrio. La puerta se cerró detrás de nosotros y una voz tibia nos pidió mirar un lector digital para tomar la temperatura y confirmar la identidad. ― Bienvenidos al centro de salud Uni25 de City. Les rogamos sentarse en la sala de espera que pronto llegará su asistente ― , dijo la voz. Delante de nosotros se veía la sala blanca, con sillas blancas, separadas entre sí, y un perchero. La sala estaba vacía. Nos sentamos. Nos quedamos los dos en silencio. Lugares como esos son muy extraños, crean una sensación de incomodidad. Luego de unos cinco minutos llegó una joven vestida de blanco. ― Señores Flores, es su turno ― , dijo. Nos guió por una serie de corredores hasta el vientre del edificio donde había cuatro puertas. Abrió la tercera. ― Buenos días. Soy la doctora Suárez y me haré cargo de su caso. Siéntense, por favor ― . En la mesa se proyectaron una serie de códigos e imágenes en 3D. ― ¿Están seguros de su decisión? La medicina moderna ofrece much

Aprendizaje

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En uno de los salones de la Accademia di Agricoltura Scienze e Lettere de Verona hay una vitrina llena de extrañas reliquias: se trata del instrumental y de manuales de procedimientos médicos fallidos, de todas las ideas que se gestaron en nombre de salvar la vida humana y que demostraron ser no solo equivocadas sino también dañinas.  El presidente de la academia nos dijo que llevaban allí a los estudiantes de medicina para hacerles recuerdo de lo fácil que es equivocarse, del terrible impacto que se puede tener cuando no se comprende del todo las causas de algún mal. Pero también para hablar de la capacidad de aprender de esos errores, enfrentarlos y cambiar el procedimiento cuando se ha comprendido el mecanismo de una enfermedad, porque reconocer un error debe llevar a saber qué hacer y qué no hacer.  En fin.  Que este sea un tiempo de aprendizaje.

Thay Mai

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Quiero  contarles la historia de mi tío Lodovico.  Lo conocí muy de lejos: cuando él era muy joven eligió ser un hermano misionero con los salesianos y no mantuvo mucho contacto con la familia. Fue uno de los pocos parientes italianos que fue a conocer nuestra casa en Bolivia y siempre estuvo atento a saber si estábamos bien. Ayudó a mis padres en momentos de necesidad y nos hizo llegar libros de filosofía y literatura.  El 13 de septiembre nos llamó Don Cornelio, el director de la comunidad salesiana "Beato Artemide Zatti" de Mestre, para avisarnos que había muerto. Llevaba buen tiempo retirado por el alzheimer y algunas (varias) complicaciones de salud. Pero no es de eso que quiero contarles. Es de la otra parte. Esa que yo no conocía hasta hace muy poco.  Durante el servicio fúnebre se levantaron dos personas, dos representantes de la comunicad vietnamita en Italia y pidieron permiso para hablar del hermano De Marchi, su amado thay Mai . Estaban muy tristes por la noticia

La peste de Milán

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Milán, 1629.  El Ducado estaba pasando por una grave crisis económica debido a la caída en las exportaciones de textiles, principal fuente de su riqueza, en una crisis política por la avanzada del dominio español y atravesada continuamente por ejércitos debido a la muerte del duque Vincenzo II Gonzaga, del ducado de Mantua; así que, cuando llegaron noticias de que en otras ciudades habían aparecido casos de peste bubónica, nadie le prestó mucha atención. El gobierno local propuso una serie de medidas de contención a mediados de octubre, que se aprobaron a finales de mes y se comunicaron a mediados de noviembre a las cámaras de representantes.  Unos días después, el 18 de noviembre, se ordenó una fiesta pública multitudinaria por el nacimiento del nuevo príncipe. Oh sorpresa, poco después un joven murió con la peste en el Ospedale Maggiore. Solo entonces comienzan a tomarse medidas serias -pero no por ello eficaces.  Por otra parte, cuando se tomaron las primeras medidas, la gente acusó

Cuatro perfiles

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Conocí un hombre joven que criaba mariposas nocturnas. Había preparado su salón para poder albergar enormes contenedores donde mantenía las oruga, las alimentaba y les ponía nombres, conocía la historia de la evolución de sus manchas y antenas, sabía de todo el árbol genealógico de las lepidópteras, en particular de la rama familiar de sus amadas Attacus Atlas. Hace muchos años conocí un hombre que se llamaba Sócrates. Su padre le puso el nombre del jugador de fútbol, aunque el prefería pensar en el filósofo. Vendía diarios en la puerta del estadio, pero nunca vio un partido. Era ciego.  Conocí una mujer que escuchaba las radios populares para enterarse de los matrimonios del pueblo, para ir a vender cigarrillos y caramelos a la puerta del salón de fiesta. Ganó así lo suficiente para comprarse una casa.  Supe de una familia que se dedicaba a techar casas y edificios. Padre, hijos, hermanos, abuelos, como una suerte de tradición familiar. Eso sí, tenían un secreto: no sentía

Ruido

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A inicios del año tuve un burnout. Llevaba buen tiempo trabajando en una cocina industrial, un burger, donde el trabajo era supervisado con segundero y todos los equipos tenían temporizador con alarmas. Mi contrato era de 18 horas semanales pero normalmente hacía unas 40 horas en turnos que podían iniciar a las siete de la mañana y terminar a las cinco y media de la mañana siguiente. Estaba tan cansada que era incapaz de leer, de escribir, de pensar. Tenía la sensación de ser habitada por otra persona, que no era yo, que estaba en lucha conmigo. Había demasiado ruido en mi cabeza. Cada día lloraba camino al trabajo, y lloraba durante el trabajo, y lloraba de regreso del trabajo. Cuando dormía, soñaba que lloraba en el trabajo. Pedí ayuda a mi médico de cabecera. Me recomendó tomar unas pastillas, ansiolíticos y antidepresivos en dosis mínimas para controlar los malestares. No soy fan de tomar psicofármacos, así que estaba indecisa; pero justo entonces me ofrecieron un puesto en el supe