Insectario

 

Taparanku
La Ascalapha Odorata es la mariposa nocturna más grande del continente americano. Sus alas tienen un típico color marrón ceniciento con una franja clara y un punto de otro color, una especie de coma o 9, en las alas superiores. Es una mariposa migratoria, que se desplaza por todo Sur, Centro y parte de Norteamérica. No muerde, no pica, no transmite enfermedades; pero, aunque es una mariposa inofensiva, es muy temida: en todas las culturas de la región es vista como un anuncio de la muerte, una portadora de desdichas, la mariposa de las catástrofes. Eso se refleja en los nombres que recibe: Micpapalotl, Black Witch, Taparacu o Muerte Negra.

Casi todos los artrópodos corren la misma suerte de la Ascalapha: la mayor parte de las personas siente tanto disgusto, asco y miedo cuando ve un bicho que no se toma el tiempo suficiente para entenderlo o estudiarlo - y ya ni se diga notar su belleza.

Una vez vi una exposición de un artista alemán que hacía esculturas mezclando taxidermia, huesos humanos y escarabajos de colores. Las obras eran espectaculares. El artista usaba los caparazones para generar color, textura y morbo. Una de las cosas más fascinantes era ver el comportamiento del público, inicialmente curioso y, a medida que se pasaba de sala en sala, entre candelabros hechos con columnas vertebrales y con carcasas de coleópteros, iniciaba un notable impulso a rascarse. 

La propuesta de usar insectos, sangre, heces e incluso urinarios, no es nueva en el arte. Es en realidad una línea de exploración que puede ser muy enriquecedora  para la discusión sobre la función del arte, los límites de la belleza, la comprensión del otro / de lo otro, la idea del bien y del mal, la ciencia -y el conocimiento- como herramienta creativa. 


El libro En deshabitar está la razón, de Mauro Gatica Salamanca (Editorial 3600), sigue esta línea de experimentación, explorando el reino de los artrópodos con estructuras discursivas propias de las enciclopedias: uso de enumeraciones (la mayor parte de los poemas son elencos de características del objeto a tratar), nombres técnico-científicos en lugar de los nombres comunes y citas al pie de página de aclaración del concepto. 

El uso de estos recursos busca generar un efecto de extrañamiento en el lector (no es lo mismo hablar de una lepidóptera que de una mariposa) dejando una experiencia a medio camino entre la visita del museo y la exploración de algo, un algo interior que acaba indefinido pero que no termina de materializarse en una revelación. Es, más que un experimento de entomología, una suerte de insectario, una pequeña colección de ejemplares organizados de tal forma que permite comprender las relaciones que guardan entre sí pero no permite una comprensión del reino. 

En el texto, el autor recurre a una ficcionalización de la entomología y de la etología (que no son lo mismo, pero a ratos en el texto se usa el nombre de una disciplina con el sentido de la otra) pero no aprovecha de las posibilidades retóricas que ambas ramas de la zoología permiten explorar. Hay de rato en rato una inversión en procesos o estrategias naturales (se habla, por ejemplo, de “la orgásmica necesidad de la muerte”; aunque la etología muestra, en realidad, que una buena parte del comportamiento animal se sustenta en “la mortal necesidad del orgasmo”), pero queda la duda sobre la intencionalidad de estas inversiones. 

El libro mantiene una coherencia interna. Mantiene un tono fresco y desarrolla un imaginario personal; pero muestra grietas entre signo y sentido. En conjunto, es un libro entretenido y provocador pero en estado de pupa: es como una lepidóptera que se está desarrollando en la crisálida, y debe romper su capa de protección para poder convertirse en una mariposa madura. 

Pd.1. El libro podría haberse beneficiado mucho con una más atenta revisión de estilo. Quedaron algunos errores que necesitan ser observados. 
Pd.2. Mauro Gatica ha publicado otro libro, disponible en versión artesanal, del cual escribí una reseña: Atención, este auto está retrocediendo

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