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Mostrando las entradas con la etiqueta Ensayo

La libertad y los cerdos

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[Este es un texto viejo, del 2013, que leí en una charla en el café Punto Aparte y que se publicó originalmente en este enlace ] Conocí La rebelión en la granja cuando era niña. Mi padre, que tiene un gusto muy particular en sus lecturas y unas teorías educativas cuando menos cuestionables, nos leyó este libro durante un invierno en el que estábamos mis hermanas y yo en cama con paperas. Recuerdo vivamente las historias de Napoleón y sus perros, cuánto lloramos cuando se llevaron al caballo, y estoy segura de que esta fábula ha influido poderosamente mi vida y mi incapacidad de soportar autoritarismos. George Orwell, o más bien Eric Arthur Blair, nació en la India, en Motihari, el 25 de junio de 1903 y murió en Londres el 21 de enero de 1950. En su obra se pueden reconocer tres etapas: la primera, donde es un luchador contra el imperialismo británico. Luego, una segunda donde es un gran luchador a favor de la justicia social después de sus primeras experiencias en Londres y Parí

Reliquias

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Que trata de la extraña forma en que el padre Antonio hace del cadáver de su amada una reliquia en el Manchay Puytu , de Néstor Taboada Terán En el colegio católico al que iba de niña, el premio por portarse bien y hacer las tareas a tiempo era ir a la pequeña biblioteca de la capilla. Por curiosidad y por morbo me esforzaba por ser la primera de la clase: las vidas de los santos eran lo más cercano que había a los cuentos de hadas. Me sabía de memoria las historias de san Francisco y de san Ignacio, santa Rosa de Lima y la Virgen de Guadalupe. Así que, cuando estuve en Italia, en el Véneto, movida por ese morbo me fui a ver la Pontificia Basílica Menor de san Antonio de Padua. San Antonio es uno de los santos de los que se tiene más registro, sobre todo por sus más de seis mil sermones publicados. Era un predicador muy reconocido, tanto que hasta se presentó frente al papa Gregorio IX, que lo nombró “Arca del Testamento”. Murió en el año 1231. No pasaba de los 36 años. En la b

Sobre “Eisejuaz”, de Sara Gallardo: Sacrificio

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Acabo de terminar de leer la novela “Eisejuaz”, de Sara Gallardo. No sé si es necesario decir lo maravillosa que es. Hay, sin embargo, algo central (y lateral a la vez) que me pica. El enfrentarse a lo infinito-incomprensible-complejo-trascendente, a la conciencia, conmueve -y por eso la religión es algo endémico en nuestra especie. Estamos (somos) vulnerables frente a lo infinito. En nombre de esa vulnerabilidad buscamos un contacto con lo divino, asegurarnos que podremos vivir un día más, y por eso los rituales de sacrificio son también -ejém- algo endémico en nuestra especie. El sacrificio ( sacrum facere , cumplir un acto sagrado) en casi todas las culturas ha consistido en ofrecer algo al dios, haciéndolo así sagrado, con-sagrándolo, para lograr una relación de confianza y familiaridad con la divinidad. El sacrificio es el acto pero es también la ofrenda. Aquello ofrecido suele ser un animal o un ser vivo, que no se convierte en sacrificio sino hasta pasar por una transformación,

El polvo de los muebles

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(Texto leído durante las III Jornadas de Literatura Boliviana, en el marco de la XXI Feria Internacional del Libro de La Paz, 2016) I. Dedales Dedal. De.dal [Del lat. digitāle, de digĭtus, ‘dedo’]  1. m. Utensilio pequeño, ligeramente cónico y hueco, con la superficie llena de hoyuelos y cerrado a veces por un casquete esférico para proteger el dedo al coser. 2. m. dedil (funda para proteger el dedo). 3. m. Beso. Los dedales se hicieron de muchos materiales y con distinta rigidez. Antiguamente se hacían de cuero, pero también se hicieron de plata. Era un objeto bastante común. En La novela de la gitanilla , la primera de las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes, una de las doncellas que se encontraba en casa de doña Clara intercambia un dedal por una lectura de la buena suerte. Tras la carrera loca organizada por el dodo, Alicia se pone un dedal como corona a modo de premio. Pulgarcito se esconde en un dedal de su padre, un sastre, para huir de las palizas de su mad