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Insectario

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  La Ascalapha Odorata es la mariposa nocturna más grande del continente americano. Sus alas tienen un típico color marrón ceniciento con una franja clara y un punto de otro color, una especie de coma o 9, en las alas superiores. Es una mariposa migratoria, que se desplaza por todo Sur, Centro y parte de Norteamérica. No muerde, no pica, no transmite enfermedades; pero, aunque es una mariposa inofensiva, es muy temida: en todas las culturas de la región es vista como un anuncio de la muerte, una portadora de desdichas, la mariposa de las catástrofes. Eso se refleja en los nombres que recibe: Micpapalotl, Black Witch, Taparacu o Muerte Negra. Casi todos los artrópodos corren la misma suerte de la Ascalapha: la mayor parte de las personas siente tanto disgusto, asco y miedo cuando ve un bicho que no se toma el tiempo suficiente para entenderlo o estudiarlo - y ya ni se diga notar su belleza. Una vez vi una exposición de un artista alemán que hacía esculturas mezclando taxidermia, huesos

Grietas en el hielo: aquí hay icebergs

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(Fotografía de Martin Bailey, que tomé de su sitio:  https://martinbaileyphotography.com/ ) "Hoy mi madre y yo volveremos a vernos". Grandes masas de hielo flotan a la deriva después de desprenderse de las zonas polares. Se alejan del glaciar donde nacieron, empujadas por corrientes profundas marinas. Las islas del deshielo se desplazan a zonas templadas por el empuje del agua en movimiento, de las olas que, una tras otra, empujan los bloques inmensos.  "Cada siete olas se puede confiar en ti. / Y cada siete olas me aloco. / ¿Y qué? Así son las rachas y los nadadores bien que se acostumbran. / En el mar todo es máxima incertidumbre. Yo estoy tranquila con eso. Contigo es otra cosa. Las dos sabemos que es otra cosa". Los enormes bloques helados solo existen porque el agua sólida es menos densa que la líquida, una propiedad muy peculiar que ningún otro cuerpo físico comparte; y permite que se vea una parte que sobresale, mientras el gran cuerpo per

Dar la espalda al lector

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Para quienes somos lectores, la escritura parece algo sencillo: basta contar una historia, una buena historia, y ya. Cuando se está del otro lado, del que está queriendo construir una narración, la cosa es mucho más complicada. Hay muchas maneras de que todo salga mal y al final no se logre transmitir en la narración lo que se desea contar. Incluso autores que tienen mucha experiencia, una gran calidad de trabajo y muchas horas de esfuerzo, pueden cometer algunos errores en la narración que puedan tener un costo al final y no funcionar. El riesgo está en contar algo de un modo tal que no haya una justificación en la trama y que rompa con la burbuja del mundo de ficción creado por el autor. Un ejemplo de esto lo encontramos en el cuento “La emboscada”, de Rodrigo Urquiola Flores. El cuento está escrito desde la perspectiva de un narrador-testigo, alguien que es parte del mundo del relato y cuenta los hechos desde su punto de vista, que no es el personaje central, sino secundario. Y hast

Familias infelices

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—¡Qué linda niña! ¿Quién es?  — me preguntaba todos los días mi abuela. —Es mi hija. —¿A qué hora te vas, hijita?  — me preguntaba todos los días mi abuela. —Se me hizo tarde y ya no alcanzo al bus, ¿me puedo quedar a dormir?  Llevaba ya un año viviendo con ella. Mi abuela ya estaba en la “fase paranoica” del alzheimer. Es una de las etapas más complicadas: las personas enfermas se pueden volver muy agresivas como mecanismo de defensa en un entorno que no logran comprender.  Hay algo fascinante en la vejez. Fascinante y triste. Cuando niños, todos los adultos son viejos; pero otra cosa (y eso se aprende con los años) es la decrepitud. No me refiero solamente a que el cuerpo se dañe. La mente es un lugar extraño. La normalidad es cosa de estadística, no de dirección postal. Desde fuera todas las casas son casas, pero también son la entrada a mentes ajenas, a historias de pequeños logros y grandes derrotas. Hace poco la editorial Nuevo Milenio publicó la edición para Bolivia