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Aprendizaje

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En uno de los salones de la Accademia di Agricoltura Scienze e Lettere de Verona hay una vitrina llena de extrañas reliquias: se trata del instrumental y de manuales de procedimientos médicos fallidos, de todas las ideas que se gestaron en nombre de salvar la vida humana y que demostraron ser no solo equivocadas sino también dañinas.  El presidente de la academia nos dijo que llevaban allí a los estudiantes de medicina para hacerles recuerdo de lo fácil que es equivocarse, del terrible impacto que se puede tener cuando no se comprende del todo las causas de algún mal. Pero también para hablar de la capacidad de aprender de esos errores, enfrentarlos y cambiar el procedimiento cuando se ha comprendido el mecanismo de una enfermedad, porque reconocer un error debe llevar a saber qué hacer y qué no hacer.  En fin.  Que este sea un tiempo de aprendizaje.

Thay Mai

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Quiero  contarles la historia de mi tío Lodovico.  Lo conocí muy de lejos: cuando él era muy joven eligió ser un hermano misionero con los salesianos y no mantuvo mucho contacto con la familia. Fue uno de los pocos parientes italianos que fue a conocer nuestra casa en Bolivia y siempre estuvo atento a saber si estábamos bien. Ayudó a mis padres en momentos de necesidad y nos hizo llegar libros de filosofía y literatura.  El 13 de septiembre nos llamó Don Cornelio, el director de la comunidad salesiana "Beato Artemide Zatti" de Mestre, para avisarnos que había muerto. Llevaba buen tiempo retirado por el alzheimer y algunas (varias) complicaciones de salud. Pero no es de eso que quiero contarles. Es de la otra parte. Esa que yo no conocía hasta hace muy poco.  Durante el servicio fúnebre se levantaron dos personas, dos representantes de la comunicad vietnamita en Italia y pidieron permiso para hablar del hermano De Marchi, su amado thay Mai . Estaban muy tristes por la noticia

La peste de Milán

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Milán, 1629.  El Ducado estaba pasando por una grave crisis económica debido a la caída en las exportaciones de textiles, principal fuente de su riqueza, en una crisis política por la avanzada del dominio español y atravesada continuamente por ejércitos debido a la muerte del duque Vincenzo II Gonzaga, del ducado de Mantua; así que, cuando llegaron noticias de que en otras ciudades habían aparecido casos de peste bubónica, nadie le prestó mucha atención. El gobierno local propuso una serie de medidas de contención a mediados de octubre, que se aprobaron a finales de mes y se comunicaron a mediados de noviembre a las cámaras de representantes.  Unos días después, el 18 de noviembre, se ordenó una fiesta pública multitudinaria por el nacimiento del nuevo príncipe. Oh sorpresa, poco después un joven murió con la peste en el Ospedale Maggiore. Solo entonces comienzan a tomarse medidas serias -pero no por ello eficaces.  Por otra parte, cuando se tomaron las primeras medidas, la gente acusó

Cuatro perfiles

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Conocí un hombre joven que criaba mariposas nocturnas. Había preparado su salón para poder albergar enormes contenedores donde mantenía las oruga, las alimentaba y les ponía nombres, conocía la historia de la evolución de sus manchas y antenas, sabía de todo el árbol genealógico de las lepidópteras, en particular de la rama familiar de sus amadas Attacus Atlas. Hace muchos años conocí un hombre que se llamaba Sócrates. Su padre le puso el nombre del jugador de fútbol, aunque el prefería pensar en el filósofo. Vendía diarios en la puerta del estadio, pero nunca vio un partido. Era ciego.  Conocí una mujer que escuchaba las radios populares para enterarse de los matrimonios del pueblo, para ir a vender cigarrillos y caramelos a la puerta del salón de fiesta. Ganó así lo suficiente para comprarse una casa.  Supe de una familia que se dedicaba a techar casas y edificios. Padre, hijos, hermanos, abuelos, como una suerte de tradición familiar. Eso sí, tenían un secreto: no sentía

Ruido

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A inicios del año tuve un burnout. Llevaba buen tiempo trabajando en una cocina industrial, un burger, donde el trabajo era supervisado con segundero y todos los equipos tenían temporizador con alarmas. Mi contrato era de 18 horas semanales pero normalmente hacía unas 40 horas en turnos que podían iniciar a las siete de la mañana y terminar a las cinco y media de la mañana siguiente. Estaba tan cansada que era incapaz de leer, de escribir, de pensar. Tenía la sensación de ser habitada por otra persona, que no era yo, que estaba en lucha conmigo. Había demasiado ruido en mi cabeza. Cada día lloraba camino al trabajo, y lloraba durante el trabajo, y lloraba de regreso del trabajo. Cuando dormía, soñaba que lloraba en el trabajo. Pedí ayuda a mi médico de cabecera. Me recomendó tomar unas pastillas, ansiolíticos y antidepresivos en dosis mínimas para controlar los malestares. No soy fan de tomar psicofármacos, así que estaba indecisa; pero justo entonces me ofrecieron un puesto en el supe

Mi no-cuarentena

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El viernes mi jefe detuvo a María en la caja. Ella estaba por pagar su compra. Mi jefe le pidió que saque las cosas que tenía en la cartera. Nerviosa y balbuceando cosas sin sentido, María sacó un par de empaques de embutidos y una lata de salsa de tomate. Sin decir nada, mi jefe se llevó las cosas y las puso en su lugar.  1. Todos los días ella llega al supermercado diez minutos antes de la apertura. Es la primera cliente en entrar. Saluda a todos, toma un carrito rojo de la puerta y busca siempre los mismos productos. Repite el ritual por la tarde y, hasta hace poco, lo hacía de nuevo a las siete de la noche. María tiene ochentaytodoslosaños, es parte de la población en riesgo. Debería estar en casa, debería venir su hijo o su marido, debería apoyarse en los voluntarios que colaboran con las compras durante esta cuarentena. Pero no: ella está cada día en la puerta. 2. La mía ha sido una no-cuarentena. Trabajo como cajera. Este supermercado es un pequeño negocio familiar en un

Un cuento de navidad

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Esto pasó en los ochentas. Habíamos tenido un año duro, y en familia había poco (con) que celebrar. Padre dijo que nos llevaría a una fábrica de juguetes. "Podrán tener el juguete de sus sueños", nos dijo. Nos subimos a su peta roja. Fuimos hacia el centro, y luego hacia el aeropuerto, y luego fuimos por la montaña. Finalmente, bajamos por un camino lateral y luego regresamos a casa. Cuando llegamos, en nuestra habitación nos esperaban montones de trozos de madera de diferentes formas, un bote de pegamento y pintura látex. Recuerdo que esa tarde fui inmensamente feliz.

Todas las vidas

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Comencé a trabajar este 12 de septiembre en un Burger King. Es la primera vez que trabajo en una "cocina industrial": tiempos muy breves, trabajo en cadena, automatización de procesos, horario por turnos. El trabajo es agotador, es muy físico: raramente me quedo quieta, aunque se trata solo de preparar emparedados. Casi toda mi vida hice trabajos intelectuales, donde el mayor esfuerzo físico era pasar con el plumero sobre el estante de libros. Durante el primer mes salía tan cansada que no podía pensar, y eso era como si me hubieran quitado los pulgares oponibles, como si me dejaran fuera de casa, con la puerta cerrada y sin la llave. Solo ahora, poco a poco, estoy recuperando algunas funciones cerebrales: ya logro leer, aunque sea un capítulo diario; y estoy volviendo a escribir, aunque no al ritmo de antes. El Burger queda lejos de casa. Debo salir un par de horas antes del inicio de mi turno: hay pocos buses que me llevan hasta el trabajo, y si pierdo uno puedo no lleg

La libertad y los cerdos

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[Este es un texto viejo, del 2013, que leí en una charla en el café Punto Aparte y que se publicó originalmente en este enlace ] Conocí La rebelión en la granja cuando era niña. Mi padre, que tiene un gusto muy particular en sus lecturas y unas teorías educativas cuando menos cuestionables, nos leyó este libro durante un invierno en el que estábamos mis hermanas y yo en cama con paperas. Recuerdo vivamente las historias de Napoleón y sus perros, cuánto lloramos cuando se llevaron al caballo, y estoy segura de que esta fábula ha influido poderosamente mi vida y mi incapacidad de soportar autoritarismos. George Orwell, o más bien Eric Arthur Blair, nació en la India, en Motihari, el 25 de junio de 1903 y murió en Londres el 21 de enero de 1950. En su obra se pueden reconocer tres etapas: la primera, donde es un luchador contra el imperialismo británico. Luego, una segunda donde es un gran luchador a favor de la justicia social después de sus primeras experiencias en Londres y Parí

La puerta

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De pronto ha descubierto la vergüenza. Me echa de su cuarto, “toca la puerta”, grita. Quiere salir de casa y explorar sola el mundo.  Quiere ver, quiere saber, quiere probar todo y comer todo. Descuento los días y estoy a la espera.  ¿Quién será la primera persona que le rompa el corazón?  ¿Cómo será para ella descubrir el bien, el mal, el miedo, la belleza? Es fuerte, pero frágil. Es grande, pero muy pequeña todavía. Tarde descubrirá que ya ha sido expulsada del paraíso. Eva no es una persona, es una edad. Photo by lalesh aldarwish from Pexels