Azar


Hace poco leí un artículo de un biólogo que decía que si retrocediéramos en el tiempo al momento en que fuimos fecundados y pusiéramos en marcha todo de nuevo después de que un espermatozoide entró en el óvulo, si pusiéramos play a la reproducción celular y al crecimiento de ese ser que fuimos esperando la reconstrucción de nuestra vida, aquella vida que se formaría no sería la nuestra. Aquella persona que crecería, no serías tú. Aquel conjunto de piel, de huesos, neuronas y vísceras tendría otra conciencia, otra historia, otra visión del mundo. En una reconstrucción de tu vida, tú no serías tú, no podrías ser tú, nunca se repetirá un tú.

La razón es simple: por un lado, nuestro código genético no codifica todo: solo dice "háganse las células", pero no predefine cómo se organizará cada tejido, qué forma tendrá cada neurona, dónde nacerá cada cabello. Por otro lado, hay una fuerza oscura, invisible y que determina nuestras vidas que actúa al mismo tiempo. Una fuerza poderosa, compleja y cruel, que transforma todo a su paso: el azar. Gran parte de lo que nos sucede -y de lo que somos- es fruto del caos, del desorden, del imprevisto, de la coincidencia, de todo aquello que no podemos controlar.

"Los libros de historia son otro tipo de ficción, nada más, un discurso dirigido. La experiencia humana es lo único que es real y es inaprensible, como el viento". 

Quizás nuestra fijación con las grandes narrativas, los mitos, las historias, las ideologías y las mentiras sea fruto del vértigo que provoca mirar al azar. Ficcionalizamos nuestra historia para que tenga sentido. Creamos y recreamos razones, teorías, representaciones y mapas para organizar los fragmentos de realidad que están ahí, al frente y en desorden. Hacemos una reconstrucción de trayectorias, buscando explicar las órbitas de los planetas y la razón de nuestras desgracias con la misma urgencia, con la misma desesperación, exigiendo una explicación a la nada que se niega a responder.

"pienso en Dios como una invisibilidad que hemos hecho a nuestra semejanza para explicar nuestra vida. Y lo único que nos dice que vivimos alguna vez es la memoria. Escribir es buscar en la memoria. Y por eso quiero escribir". 

Pero en la narrativa sucede algo diferente: vamos al revés. Vamos de la explicación a la nada. Retrocedemos en el tiempo, deshilando esta trama para llegar al origen, al momento en que se fusionan las células primordiales, macho y hembra, generadoras de vida.

"Rearmar las ruinas, nada más, es todo lo que puede hacerse, y toda ruina es aquello que llamamos recuerdo, ladrillos perdidos en la memoria, rescatar lo poco que queda, intentar que quede en pie para mirar, siempre con dudas, aquello que pudo haber sido".

En este diálogo entre hecho y explicación, la ficción es al mismo tiempo la realidad, su fruto y el hilo conductor que usamos para acercarnos a lo que somos, fuimos, pudimos ser y queremos ser. Una reconstrucción de posibilidades imposibles, un modo de unir el mundo efectivo y el afectivo.

O quizás solo sea un juego, un tigre que no es tigre, disecado y acomodado en una pose para que haga creíble nuestra mentira.

"Reconstrucción", de Rodrigo Urquiola Flores

"Reconstrucción", de Rodrigo Urquiola Flores, es la novela ganadora del premio de novela Marcelo Quiroga Santa Cruz 2018 de Cochabamba que por motivos técnicos (cofcof incompetenciayconflictosinternos cofcof) no se publicó en su momento. La Editorial Tata Danzanti se lanza al mundo con este libro. 

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