Sobre Aquiles, el de pies ligeros

De todos los guerreros que combaten en Troya, hay dos que son claves para la victoria de Grecia: Odiseo (el astuto) y Aquiles (el de los pies ligeros). Hay una gran tradición escrita sobre esta guerra y, sobre todo, sobre estos héroes. Los dos textos más famosos son los escritos por Homero, la Iliada y la Odisea. Pero es interesante descubrir los otros, los siguientes, ya que estos personajes míticos cambiarán con el tiempo y la tradición enriquecerá sus vidas con más detalles. 

Aquiles es, de los dos, el mejor guerrero, el que posee más fuerza y velocidad combinados con inteligencia. Es conocido como “el de pies ligeros” en los poemas homéricos por su valentía, velocidad, agilidad. Es orgulloso y tiene una enorme ansia de gloria. Estacio, un poeta tardío, es quien cuenta que Tetis (su madre, una de las diosas griegas que se había casado con un humano) lo tomó del tobillo y lo sumergió en la laguna Estigia para que se convierta en inmortal. Pero de esa forma el tobillo del que lo sostenía quedó frágil y mortal.

Otra tradición tardía decía que el adivino Calcante predijo que los troyanos no caerían sin la ayuda de Aquiles, pero moriría en la batalla. Su madre, Tetis, se enteró de aquello y escondió entonces al joven Aquiles en una isla del Egeo, en la corte de Esciros, en la que reinaba el viejo Licomedes. Aquiles era un joven hermoso, con rasgos delicados y rizos perfectos, y todavía no había cambiado su cuerpo para hacerse más masculino. Su madre lo presentó como una hija para que sea educada entre las hijas del rey Licomedes y que aprenda, así, a comportarse como dama para asegurarse de que esté a salvo.

Ulises se enteró de esta profecía y fue a buscarlo. Llevó pues algunos regalos a las hijas del rey: vestidos, perfumes, brazaletes; y también una lanza con un escudo. Las jóvenes, entusiasmadas, se probaron vestidos y joyas, mientras que Aquiles no pudo evitar tomar el escudo y la lanza. Ulises luego lo convenció y partieron juntos a la guerra, y ya sabemos el resto.

Tetis conoce las debilidades de su hijo. Conoce sus flaquezas, reconoce su fragilidad y sabe que, si se expone al mundo, puede sufrir y morir. Intenta protegerlo ocultándolo del mundo, negando su naturaleza de guerrero. Es una preciosa narración mítica del miedo de los padres y del instinto protector que se siente con los hijos.

Pero el espíritu humano se templa al enfrentarse al mundo y al tratar de vencer sus propias batallas. El mundo se nos presenta así como se presenta Ulises a la puerta, con la lanza y el escudo, incitándonos a tomar decisiones y protegernos de los ataques. Uno solo se vuelve un héroe al enfrentarse a los retos del mundo, y no gracias a las fortalezas sino a pesar de las debilidades.


Comentarios

  1. Buenisimo, más posts sobre auto-ayuda e historias inspiradoras por favor.

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  2. Muy lindo artículo, la enseñanza final es un descubrimiento. Enfrentarse al mundo no gracias a las fortalezas, sino a pesar de las debilidades. Muchas gracias

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